Las dos enfermedades de la tiroides más comunes son las asociadas al exceso o defecto de la producción de hormonas, hipertiroidismo e hipotiroidismo respectivamente. En el primer caso la superproducción de hormonas hace que el ritmo del cuerpo se acelere, esto podría manifestarse en varios síntomas: nerviosismo, hiperactividad, cambios de humor, debilidad muscular o imsomnio. Detectar el hipertiroidismo es relativamente sencillo si se tiene alguna sospecha, sin embargo en ocasiones es fácil confundirla con algún trastorno mental. Hoy por hoy es una enfermedad tratable y las personas que la padecen, pueden tener una buena calidad de vida con el tratamiento adecuado.
Por contra, el hipotiroidismo es la falta de segregación de la hormona tiroidea y lo que provoca una ralentización de los procesos del cuerpo. Podemos saber que la padecemos si padecemos algunos de estos problemas, ya sea de forma leve o acusada: cansancio, depresión, intolerancia al frío, piel seca, caída de cabello, trastornos de memoria, irregularidad menstrual o aumento de peso no intencional. Aunque esta enfermedad no se puede prevenir, puede ser de herencia genética por lo que se pueden realizar pruebas a los bebés para detectarla. Con el correcto tratamiento se puede tener una vida normal, pero las visitas al médico deben de ser periódicas.
Por último existen otras enfermedades derivadas de la tiroides menos comunes, como los tumores, que benignos o malignos pueden afectar a la glándula, la tiroiditis o inflamación de la glándula, cuya causa más común es un trastorno autoinmune llamado de Hashimoto y es más proclive a producirse entre mujeres o personas que sufran otras enfermedades autoinmunes. Así que ante la menor duda visiten al doctor.
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